Entrevista a Jorge Macchi: un incidente en el museo

Sobre una alfombra de grandes dimensiones yacen cuatro spots que parecieran haberse caído del techo y destruido. Curiosamente, los cuatro fragmentos iluminados que hubieran generado estos spots sobre la alfombra son lo único que permanece visible de la trama, mientras que el resto parece haberse desvanecido, llevando al espectador a reflexionar sobre la significación y el poder constructivo de la luz, una de la cuestiones centrales de la obra de Macchi. La noche de los museos, el nombre de esta instalación site-specific, fue realizada por Jorge Macchi para la sala Bemberg del Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires en el marco de “Perspectiva”, la primera exposición retrospectiva del artista en el país. La alfombra fue desarrollada utilizando una veintena de colores de lana meticulosamente combinados para lograr los complejos efectos de esfumado de la trama.

Jorge Macchi supervisando la instalación de su obra.

La noche de los museos es la segunda colaboración que realizás junto a El Espartano. Una obra bastante más compleja que tu primera colaboración (“Lampo”) en cuanto a diseño y escala, pero que parece continuar una misma búsqueda. ¿Cómo se vinculan ambas obras?

Mi boceto inicial para la primera alfombra era muy complejo y obviamente chocó con la dificultad técnica que presentaba la gradación de tonos. Después de un primer encuentro en la fábrica decidimos hacer un diseño muy simple con un solo color para poner todo el esfuerzo técnico en la gradación de tonos. El resultado fue muy bueno y resolvió muchos problemas técnicos de la primera alfombra.

¿De dónde viene la elección del diseño en base a una trama de cubos? 

Siempre me gustaron esas tramas que semejan cubos superpuestos. Se trata de una textura visual pero que al mismo tiempo crea una ilusión espacial. La elección del rojo y el negro me permitía trabajar con dos gradaciones de color diferentes para cada caso: el negro impone una gradación más abrupta que la del rojo para alcanzar el color natural de la lana.

Una obra disruptiva con efectos visuales que sorprenden al espectador y lo invitan a preguntarse qué pudo haber ocurrido antes de ingresar a la sala.

¿Qué diferencias encontrás entre un proceso de trabajo y otro?

En el caso de esta segunda pieza, el proceso de elaboración fue radicalmente diferente al de la primera alfombra. En aquel caso, la técnica era manual y tuvo los defectos y las virtudes de la manufactura. La segunda pieza fue pensada desde un principio para hacerse de manera automatizada a partir de un archivo digital. Tuvimos que hacer muchas pruebas destinadas a eliminar saltos en la gradación de los colores. Una vez que arribamos a este punto, se hizo una prueba final que satisfizo a todos.

¿Cuál fue el mayor desafío en la realización de este proyecto junto a El Espartano?

Un punto muy difícil fue la imposibilidad de verla totalmente armada antes de la colocación en el museo. Debido a sus dimensiones, la alfombra se hizo en tres partes que luego se unieron. Este último proyecto me tienta a seguir trabajando en este soporte, seguir complejizando el motivo sobre todo con la inclusión de más colores.

Izquierda: La alfombra de 9 x 10 metros fue tejida con la técnica de handtufting. Derecha: Detalles de terminación realizados de manera artesanal.

¿En qué lugar de tu recorrido profesional ubicás a La noche de los museos y qué representó para vos como profesional del diseño?

Desde la elaboración de la primera alfombra para la obra Homesick home que se expuso en Bogotá estaba tentado por la posibilidad de hacer un diseño más complejo, que incorporara un color más, y también por la oportunidad de trabajar con un tamaño más grande para incluir más de una mancha de luz. La sala Bemberg del Bellas Artes, con su iluminación que dibuja círculos de luz en las paredes y con una dimensión aproximada de 9 x 10 metros, me pareció la situación ideal para emprender este proyecto de mayor complejidad. Pero si Homesick home tenía una referencia muy íntima y hogareña, La noche de los museos se abre al espacio institucional, con la referencia a un accidente como origen de las manchas de luz en la alfombra.


Jorge Macchi nació en Buenos Aires en 1963. Estudió arte en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires. En 2000 recibió el Premio Banco de la Nación Argentina. En 2001 recibió la John Simon Guggenheim Memorial Foundation Fellowship. Representó a la Argentina en la Bienal de Venecia 2005. Realizó cuatro muestras monográficas: “Perspectiva” en Malba, MNBA, Universidad Di Tella, Buenos Aires (2016); “Espectrum”, en CRAC Montbeliard, Francia (2015); “Music Stands Still” en el Museo de Arte Contemporáneo SMAK en Gante, Bélgica (2011) y “Anatomía de la melancolía” en Santander Cultural, Porto Alegre, Museo Blanton, Austin (2007) y CGAC, Santiago de Compostela (2008). Otras muestras individuales: “Lampo”, NC Arte, Bogotá (2015); “Prestidigitador” en MUAC, Ciudad de México (2014); “Container” en MAMBA, Buenos Aires (2013) y en el Kunstmuseum Luzern (2013).